Muestran compromiso con el futuro más verde y sostenible.

Por / Cesarin Leonardo Febles

En un gesto de esperanza y compromiso con nuestro entorno, las autoridades gubernamentales de esta ciudad de El Seibo, encabezadas por la Gobernación Provincial y el Ministerio de Medio Ambiente realizaron una jornada que merece ser aplaudida y celebrada por todos aquellos que anhelan un mañana más verde y próspero.

Este 14 de junio, la Dirección Provincial de Medio Ambiente de El Seibo se embarcó en una cruzada sin precedentes, liderando una jornada de reforestación en el tramo ribereño del río Magarín. Un llamado a la acción que resonó en los corazones de autoridades, organizaciones y miembros de la comunidad local.

Hoy, manos unidas, sudor y determinación, mientras cada árbol plantado se convertía en un lienzo de promesa para las generaciones venideras. Un total de 3,000 semillas de caoba criolla, penda y samán encontraron su hogar en las riberas del Magarín, dando vida a un nuevo capítulo en la historia ambiental de nuestra provincia.

Pero este evento no fue simplemente una labor de reforestación. Fue un testimonio vivo de la fuerza que reside en la unidad y la colaboración. Desde las brigadas de reforestación de la Dirección Provincial hasta la Gobernadora Magaly Tabar, el coordinador regional Miguel Mercedes, los miembros del SENPA, la Fundación Solidaridad Seibana encabezada por el sacerdote Wander, y la propia comunidad de Magarín Arriba, todos convergieron en una sola voz, clamando y acionando por un futuro más verde y sostenible.

Este lienzo verde que se ha comenzado a tejer en las riberas del rio Magarín no es solo un gesto simbólico, sino un compromiso tangible con nuestro hogar común. Cada árbol plantado es una inversión en el mañana, un legado que trascenderá generaciones y servirá como un recordatorio permanente de que el cuidado de nuestro entorno es una responsabilidad compartida.

Pero es importante que esta jornada no sea un punto final, sino el inicio de un camino más largo y comprometido. Debemos mantener viva la llama de este compromiso, cultivando una conciencia ambiental en cada rincón de nuestra provincia y fomentando prácticas sostenibles que garanticen la preservación de nuestros recursos naturales.

Así que, a medida que contemplamos el verde renaciente en las riberas del Magarín, permitámonos soñar con un futuro en el que nuestros hijos y nietos puedan disfrutar de un entorno saludable y próspero. Un futuro en el que la armonía entre el ser humano y la naturaleza sea la norma, y no la excepción.

Hagamos de este lienzo verde un símbolo de esperanza y determinación, un llamado a la acción para que cada uno de nosotros asuma su papel en la preservación de nuestro hogar compartido. Porque solo juntos, con manos unidas y corazones comprometidos, podremos tejer un mañana más verde y sostenible para El Seibo y para el mundo entero.

Mis procupaciones al respecto

Lamentablemente, hemos sido testigos en innumerables ocasiones de cómo jornadas de reforestación similares se quedan en meros actos simbólicos, sin un seguimiento adecuado que garantice el crecimiento y la supervivencia de los árboles plantados. Es como si sembramos semillas de esperanza en un terreno árido, sin el riego y el cuidado necesario para verlas florecer.

A medida que pasen los días, se que aumentará una inquietud en mi interior. ¿Qué pasará con esos pequeños brotes de vida una vez que el fervor inicial se haya disipado? ¿Serán cuidados y protegidos con la misma determinación que los plantó?

No puedo evitar sentir preocupación al imaginar esos 3.000 árboles de caoba criolla, penda y samán, luchando por sobrevivir en un entorno que quizás no esté preparado para su florecimiento y de ahí me surje las siguiente pregunta ¿Quién velará por su bienestar una vez que las cámaras se hayan ido y los titulares hayan sido reemplazados por nuevas noticias?

Es loable el esfuerzo conjunto de las autoridades de la Dirección Provincial de Medio Ambiente, de la Gobernación Provincial, la dirección regional de Medio Ambiente y los miembros del SENPA, la Fundación Solidaridad Seibana y la comunidad de Magarín Arriba. Pero debemos ser honestos y reconocer que plantar árboles es solo el primer paso en un camino mucho más largo y desafiante.

El verdadero reto radica en mantener vivo el compromiso, en asignar recursos y personal dedicado al cuidado y monitoreo de estas áreas reforestadas. De lo contrario, corremos el riesgo de que esta jornada se convierta en un simple evento efímero, sin un impacto duradero en la preservación de nuestro entorno.

Por eso, hago un llamado a las autoridades y a la comunidad en general: no dejemos que este lienzo verde se desvanezca antes de tener la oportunidad de admirar su verdadera belleza. Comprometámonos a cuidar y proteger cada uno de esos árboles, como si fueran nuestros propios hijos, brindándoles el sustento y el amor necesario para que crezcan fuertes y resilientes.

Solo así, con un seguimiento constante y una dedicación inquebrantable, podremos convertirnos en verdaderos jardineros de nuestro futuro.