Plantan Semillas de Esperanza en el Día del Medio Ambiente.

Por / Cesarin Leonardo Febles M.A.

Hoy con el corazón lleno de esperanza les informo que hubo un acto que, sin exagerar, podría cambiar el futuro de nuestra isla.

En un día en que el mundo entero celebra a nuestra gran casa común, el planeta Tierra, la gobernación  provincial de El Seibo decidió no quedarse en meras palabras. Bajo el liderazgo de su incumbente, Magaly Tabar de Goico, esta comunidad se remangó las mangas y se dispuso a hacer lo que muchos solo predican: reforestar.

Imaginen conmigo esta escena: un terreno detrás del Oasis en Guaiquía, propiedad del señor Elvis Zorrilla. Hace unos días, este espacio era solo otro pedazo de tierra. Hoy, se ha convertido en un símbolo de renacimiento. ¿Y saben por qué? Porque allí, en esa tierra, se plantaron nada menos que 3,000 árboles de Caoba Criolla.

Tres mil árboles. Déjenme ponerlo en perspectiva. Cada uno de esos arbolitos, con el tiempo, se convertirá en un gigante majestuoso, capaz de dar sombra, hogar a cientos de especies y, lo más importante en estos tiempos de cambio climático, absorber toneladas de CO2. Es como si El Seibo hubiera decidido construir 3,000 pequeñas fábricas de aire puro, pero en lugar de chimeneas, tendrán ramas que se elevarán hacia el cielo.

Y lo más hermoso es que esto no fue obra de una sola persona. Lo que siempre hemos soñado, se unieron fuerzas que, en otro contexto, podrían parecer dispares. Estaba Miguel Mercedes del Ministerio de Medio Ambiente, arrodillado en la tierra junto al director provincial Carlos De La Rosa. A su lado, el capitán Ramírez dirigía a sus soldados. Pero no en una maniobra militar, sino en una misión de paz: plantar vida.

Miembros del SENPA, esos guardianes silenciosos de nuestra naturaleza, trabajaban codo a codo con voluntarios de la Defensa Civil. Y entre ellos, niños. Sí, pequeñas manos, quizás más acostumbradas a sostener tablets, hoy sostenían con delicadeza plantitasde caoba.

Doña Magaly a, dando cátedra, con su camisa manchada de tierra, no daba órdenes desde la distancia. Estaba allí, en el terreno, plantando árboles y, al mismo tiempo, sembrando una idea poderosa en la mente de todos los presentes: «Este es nuestro hogar, y depende de nosotros cuidarlo».

Amigos lectores, he compartido muchas informaciones e historias a lo largo de mi carrera de locutor y escritor Seibano: Desastres naturales que nos dejan el corazón roto, situaciones diversas y actos llenos de promesas que a menudo se desvanecen como el humo. Pero hoy, en El Seibo, vi algo diferente. Vi acción.

En un mundo donde las malas noticias ambientales nos bombardean a diario (deforestación, especies en peligro, aumento de temperaturas), El Seibo nos regala una narrativa distinta. No es una historia de destrucción, sino de reconstrucción. No es un cuento de resignación, sino de determinación.

Y esto me lleva a una reflexión más profunda. A menudo, cuando pensamos en el cambio climático o la degradación ambiental, nos sentimos impotentes. «¿Qué puede hacer una sola persona?», nos preguntamos. Bueno, El Seibo tiene la respuesta: mucho. Especialmente cuando esa persona se une a otras, cuando diversos sectores de la sociedad dejan de lado sus diferencias y se enfocan en un objetivo común.

La lección de El Seibo es clara: la esperanza no es algo que se espera; es algo que se planta. Cada uno de esos 3,000 árboles es un acto de fe en el futuro. Es decir: «Puede que yo no vea esta caoba en todo su esplendor, pero mis nietos lo harán».

En este Día Mundial del Medio Ambiente, mientras los líderes mundiales debaten en lujosos salones, un grupo de dominicanos en El Seibo nos muestra el verdadero camino. No se trata solo de plantar árboles; se trata de restaurar nuestra conexión con la tierra, de enseñar a nuestros hijos que somos parte de la naturaleza, no sus dueños.

Así que, la próxima vez que se sientan abrumados por la magnitud de los desafíos ambientales, recuerden El Seibo. Recuerden que en un rincón de nuestra isla, 3,000 caobas están creciendo, transformando el aire que respiramos y ofreciéndonos una lección invaluable: juntos, con las manos en la tierra y el corazón en el futuro, podemos cambiar el mundo.

Gracias al Depto. De prensa de la Gobernación provincial y a Carlos Pelegrín por compartir con nosotros estas hermosas imágenes y está gratificante información.