Por / Cesarin Leonardo Febles M.A.
Hace 10 años en mi red social de Facebook compartí una foto que su parecido con la realidad actual 10 años después, pareciera ser simple coincidencia, pero no lo es.
Al parecer, ciertas medidas violatorias de los Derechos Humanos, llevadas a cabo para detener la delincuencia, la criminalidad y garantizar la seguridad ciudadana, durante una decada, aunque momentáneamente parezcan necesarias y mejoren la percepción, no han dado resultados favorables ni consistentes en el tiempo.
Creo ya es necesario que se estudien las causas que generan en La República Dominicana estos «fenómenos sociales» si cabe el termino al momento de referirnos a la delincuencia y la criminalidad.
Sin ánimos de parecer un entendido o facultado de Sociología, pero si un estudioso de las tendencias sociales, me permito expresar que son muchas las causas de esta zozobra que en la mayoria de los casos es encabezada por jóvenes criados en entornos dónde no abundan las oportunidades, ni las pocas politicas públicas que ha focalizado el Estado, han sido dirigidas a desarrollar esas masas en ocasiones carentes de TODO.
Podemos citar muchas causar como lo son las faltas de oportunidades, los prototipos negativos creados fruto la permisividad y complicidad de las agencias castrenses y entidades llamadas a combatir el crimen organizado y el lavado de activo entre otras actividades criminales, las alianzas entre entidades jurídicas maleadas por actores corruptos, la inequidad social y las carencias y negligencia del Estado en ofrecer un servicio educativo de calidad a su población de jóvenes y adolescentes, ha demostrado que hay que cambiar el rumbo de las cosas.
Difiero de quienes entienden que una solución pasajera, temporera y prácticamente imposibles de aplicar debido a las características de los contextos sociales y la complicidad acostumbra de quién debe hacerlas cumplir, hace que las recientemente emanadas resoluciones tanto del Ministerio de Interior y Policía respecto a la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas, como la del Instituto Nacional de Tránsito Terrestre (INTRAN) respecto a la prohibición del uso de motocicletas en determinados horarios, y sean simple medidas populistas de quienes con el objetivo de sacar beneficios politiqueros crean y maximizan situaciones para luego plantear soluciones y parecer héroes al «darle pa’ tra» a las decisiones tomadas.
La inseguridad ciudadana es la consecuencia de años de inobservancia de las reglas básicas de formación hogareña que, en los últimos 15 años por distintos factores socio económicos han hecho que las buenas costumbres ya no sean un buque insignia de la sociedad dominicana.
Es necesario que los padres vuelvan a preguntar quién te dió eso, donde encontraste eso, cómo conseguiste eso, ven vamos a ver si es verdad. Se requiere «mano dura» pero no con el gatillo sino con las correcciones familiares oportunas, dónde el río, el abuelo, el vecino o la vecina, el señor o la señora del barrio sea parte de la crianza positiva que en nuestros campos hace decadas se desarrollaba con buenos resultados.
Es un asunto de esta sociedad en su conjunto. De la responsabilidad de los padres. Es asunto de la formación familiar y la ejecución de políticas públicas tendentes a la creación de programas, planes y proyectos que desde el Estado a través de sus distintos ministerios ( educación, deportes, juventud, salud y otros), enfoquen en desarrollar en la adolescencia y juventud las capacidades y habilidades socioafectivas necesarias para solucionar situaciones de manera pacífica y que el respeto a lo ajeno vuelva a ser una máxima.
No quiero ser muy categorico, pero si determinante. No es solo asunto del @MinInteriorRD, ni de la «cero tolerancia» y el «que se recojan», que pueda imponer «un jefe» de la Policía Nacional. Tampoco es cosa de la mera voluntad de un presidente, eso hasta el mandatario actual debe entenderlo.
Y hablando de mandatarios usualmente se comparan y hasta se ponen como ejemplo a los mandatarios mejores valorados en las naciones y en la región y a propósito del por meses ocupante del primer lugar, hay quienes critican al actual referente de América y su accionar para tener control de las pandillas en #ElSalvador, y las medidas adoptadas en las cárceles, cementerios, barrios y comarcas enteras y me atrevo a preguntar: qué diran esos críticos de lo que está ocurriendo en República Dominicana con los enfrentamientos o «intercambios de disparos» donde unos ocho (8) presuntos delincuentes han muertos en tan solo diez (10) días en circunstancias en su mayoría ligadas al negocio estupefacientes y su microtráfico o atracos.
8 caídos en 10 días es una estadística alarmante, pero no la más grave, aunque igual que otras muy preocupantes. Es digna de ser analizada, no solo desde las perspectivas y la versión oficial, misma que prioriza no solo en la creación de situaciones y hasta hallar y presentar culpables rápidamente, sino que extrajudicialmente en muchas ocasiones, unos supuestos y otros confirmados antisociales, son sentenciados, no solo mediáticamente, sino hasta la sociedad justicia a ciertos casos también, porque sino es que la autoridad «les dan pa’ abajo», lo hacen ellos en plena violación a los derechos de aquellos que, en gran parte de las ocasiones, mal orientados, víctimas de la desigualdad social imperante, cometen delitos no tan notorios cómo los «cuellos blancos» y «los de saco y corbata», que filosofan, opinan, inciden y deciden y que en todas las etapas de la vida republicana, se han llevado a manos llenas miles de millones del erario público.
A más de dos (2) años de los mediatizados y famosos arrestos de la «lucha contra la corrupción» y el desenvolvimiento de la «justicia independiente» que prometió el presidente de la República Dominicana, la actuación de algunos de sus ministros y funcionarios y el lento sometimiento de sus casos, sabe quién por qué, deja mucho que desear.
La población en un alto porcentaje entiende que aquí ocurren cosas y que se mediatizan casos para tumbar otros. Se inflan vejigas y otras las debe puyar por las redes, la mirada crítica de la sociedad.
El combate a la delincuencia es fundamental, pero recordemos que no solo las leyes la infringen los «hijos de machepa», los «pata puer suelo», cuyo accionar en contra de su misma clase, cada cierto tiempo los visibiliza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario