"¿Qué justificación tiene pagar el precio de una reacción adversa grave, en niñas con toda la vida por delante, para prevenir un hipotético cáncer al cabo de 30 años?", se pregunta Alicia Capilla, la presidenta de la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP).
La organización española relacionó públicamente esta semana el tratamiento contra el virus asociado al cáncer de cuello uterino -el virus del papiloma humano (VPH)- con la muerte de tres niñas en el país.
Sin embargo, la posición de la máxima autoridad sanitaria es clara. "La OMS recomienda a los países considerar la vacunación contra el VPH cuando la incidencia de la enfermedad es alta y cuando la vacuna es rentable y su aplicación asequible y sostenible", remarcó la organización a BBC Mundo.
Su postura es firme desde 2009, cuando hizo público su posicionamiento a través de una declaración. Lo único que ha cambiado desde entonces es la dosis sugerida.
"Siguiendo lo recomendado por el Grupo Estratégico de Expertos sobre inmunización de abril de 2014, sobre reducir de tres a dos las dosis inoculadas a las adolescentes entre 9 y 13 años, la OMS hará público un documento en octubre de 2014", informó la organización en ese sentido.
Reportes adversos
A pesar de la clara posición de la OMS, reportes adversos no dejan de hacerse públicos. Reacciones que los detractores relacionan con el aluminio que contiene la vacuna.
Según el informe del 1 de agosto de 2014 del Sistema de Reportes sobre Eventos Adversos de Vacunas (Vaccine Adverse Event Reporting System, en inglés) de los 2.566 formularios recibidos de denuncias de injuriados por dichos tratamientos en Estados Unidos, y que fueron analizados por el Programa de Compensación, 151 corresponden a casos de la vacuna VPH. De estos 71 fueron compensados, según el Departamento de Salud de Estados Unidos.
La Agencia Europea del Medicamento también ha recibido reportes de ese tipo.
"¿Por qué entonces no se investigan a fondo, con rigor médico, si existe causalidad entre la aplicación de la vacuna y las reacciones adversas?", se vuelve a preguntar la presidenta de la AAVP.
Es una de las reivindicaciones de la asociación, para que los casos dejen de ser "sospechas". Ya que, de momento, nigún organismo ni tribunal ha dicho lo contrario, a pesar de que en algunos casos se hayan iniciado acciones legales.
Capilla fundó la asociación en Valencia, España, cuando su hija de 14 años tuvo que ser ingresada tras recibir la vacuna. Lo reciben entre 150.000 y 160.000 adolescentes al año en el país, según confirmó a BBC Mundo el Ministerio de Sanidad.
"Estuvo muy grave. Comenzó a convulsionar, la trasladaron a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde pasó 41 días, y después permaneció ingresada cuatro meses en el hospital", contó por teléfono a BBC Mundo.
"Nos dijeron que el de ella y otras niñas valencianas eran los únicos casos de reacción adversa a la vacuna en España, en Europa, incluso en el mundo". Pronto vió que no era así, cuando otros padres afectados comenzaron a contactar con ella y empezó a informarse.
Reconocimiento de consecuencias
Desde entonces lleva cinco años tratando que el gobierno español reconozca la existencia de efectos secundarios en el tratamiento; "el problema de base, el que lleva a no investigar".
Hay países que lo hacen. Como Reino Unido, cuyo Sistema Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) menciona en su página web las consecuencias "comunes", "raras", "muy raras", "de frecuencia desconocida", "reacciones alérgicas" y "fatiga crónica".
Son las mismas que indica el prospecto de Gardasil, una de las marcas de la vacuna, la que comercializa la compañía estadounidense Merck & Co. La otra marca comercial, Cervarix, de GlaxoSmithKline, menciona menos efectos negativos.
En la categoría de las reacciones poco frecuentes, el sistema británico incluye el síndrome de Guillain-Barré, un trastorno que hace que el sistema inmunológico ataque el sistema nervioso periférico, pero ninguna de las enfermedades neurológicas que asocia la AAVP, y mucho menos la muerte.
Al preguntarle sobre esta cuestión concreta, la OMS dijo a BBC Mundo: "Como toda vacuna, la del VPH puede tener potenciales efectos adversos". Según la organización, los más frecuentes son reacciones localizadas en la zona de la inyección, como dolor, rojez e hinchazón. Y también dolor de cabeza, náuseas y fiebre.
"La muerte no está en la lista de potenciales consecuencias de la vacuna del VPH", dijo, tajante.
Y añadió que el Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas (GACVS, en inglés) ha revisado la seguridad del tratamiento con regularidad y que hasta la fecha más de 175 millones de dosis de la vacuna se han dado en todo el mundo.
Eficacia cuestionada y alternativas
Más allá de la reivindicación sobre el reconocimiento de efectos secundarios, existe el cuestionamiento de la eficacia y consiguiente conveniencia de inocular a adolescentes entre 9 y 13 años para prevenir la enfermedad de trasmisión sexual.
"La vacuna previene de dos a cuatro serotipos (microorganismos infecciosos) de los 16 que hay (relacionados con el cáncer de cuello uterino). Es decir, que no previene del todo", insistió Capilla. "Además, aún no se puede saber si es eficaz, porque la enfermedad se desarrolla en 20 o 30 años", y la vacuna es reciente.
Ya en su día Diane Harper, investigadora de la vacuna, fue crítica con la decisión de la vacunación intensiva por su carácter "experimental".
Pero la objeción más fuerte es el manifiesto firmado por más de 10.000 profesionales de la salud en España, titulado "Razones para una moratoria en la aplicación de la vacuna del VPH en España". Se hizo público en otoño de 2007, cuando el Ministerio de Sanidad decidió incluir el tratamiento en el programa de inmunización nacional.
El manifiesto cuestiona el costo y la oportunidad de la medida. Remarca además que ya existe un método de prevención, la citología, un examen que consiste en tomar una muestra de tejido del cuello del útero para ser analizada en el laboratorio, con el fin de detectar la presencia de células anormales o cancerosas.
Subraya que la prueba es "altamente eficaz y de bajo costo", por lo que se recomienda seguir practicándola "incluso en la población vacunada". Algo en que insiste también la organización de afectadas española.
En ese sentido, cabe destacar la segunda parte de la postura de la OMS, el matiz que hace de la recomendación de vacunar. Sugiere su uso "cuando la incidencia de la enfermedad es alta y cuando la vacuna es rentable y su aplicación asequible y sostenible". Y también "como parte de un enfoque integral de prevención y control del cáncer de cuello uterino".
Un enfoque integral que debería incluir, por tanto, la citología y, antes que nada, la educación sexual. Algo con lo que todas las partes mencionadas en el artículo están de acuerdo.
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